El Reino Olvidado

Este diario es la crónica de un país olvidado, el seguimiento de su huella histórica, cultural y artística en España y en Europa.

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Lugar: Bergidum, Asturia, Spain

ex gente susarrorum

jueves, febrero 22, 2007

El territorio berciano durante la Alta y Plena Edad Media

JUAN JOSÉ SÁNCHEZ BADIOLA
Tierras de León, nº 109-110, 1999-2000

El espacio geográfico que la documentación altomedieval denomina territorium Bergidense coincide en lo fundamental con la entidad así llamada en época visigoda, y que conocemos gradas, sobre todo, a las obras de S. Valerio. En su Vita Fructuosi cita el lugar de Visuña como sito inter Bergidensis territorii et Galletie prouintie confines, e igualmente se refiere a los monasterios fundados por el santo anacoreta inter montium cornuallia Birgidensis territorii. Se trataba, pues, de una demarcación administrativa de segundo orden, inserta seguramente en la Provincia Asturiense que menciona S. Valerio en otra de sus obras.

Todos estos datos contribuyen a reafirmar la continuidad a lo largo del tiempo del territorio berciano como unidad administrativa bien definida. Pero el Bierzo es también un espacio complejo y diverso, articulado en gran número de valles que se escalonan desde las montañas periféricas hasta las comarcas llanas del centro, valles recorridos en todas direcciones por los numerosos afluentes del Sil, el gran eje fluvial que cruza la tierra berciana de noreste a suroeste. Así, el paisaje berciano muestra una enorme variedad comarcal en la que cada ribera, cada valle, van dando forma a un espacio concreto y perfectamente determinado, lo que tendrá, inevitablemente, importantes repercusiones políticas y administrativas durante la Edad Media.

EL TERRITORIO ALTOMEDIEVAL

Ya a finales del siglo VIII, durante el reinado de Vermudo I, sabemos que los musulmanes atacan la comarca y derrotan a las tropas cristianas cerca de Burbia. antecedente del actual Villafranca. Sin embargo, carecemos de noticias del mismo como demarcación territorial hasta los años 853, 857 y 872. A partir de entonces, el Bierzo se configura corno uno de los grandes distritos de la región, aunque gobernado por los mismos condes que Astorga: Gatón, a mediados del IX, Sarraceno hacia 896, posiblemente Froila Gutiérez en el siglo X, y luego el poderoso Muño Fernández. Durante 1027 aparece como conde del Bierzo Pedro Fróilaz. Pero esta asociación de los dos distritos a un mismo conde no significó nunca un menoscabo de la personalidad administrativa ni las funciones del territorio del Bierzo: en 1080, el abad de Samos recurre al rey por causa de ciertos bienes en la comarca berciana, ordenando éste al conde Muño Muñoz, que tenía el castillo de Ulver, hacer en el Bierzo "concilio de la tierra" para dirimir el conflicto.

Su centro militar estaría posiblemente en el antiguo emplazamiento de Bergidum, lo que la documentación coetánea denomina Castro Ventosa, en término de Pieros. ya que en 981 se sitúa la villa de Soliana subtus Castro Ventosa. Su área de influencia coincidiría bastante con lo que hoy suele entenderse por comarca del Bierzo, quedando fuera zonas pertenecientes a la diócesis ovetense, como Laciana y Ribas de Sil de Arriba. Por el oeste, es elocuente la crónica del obispo Pelayo de Oviedo cuando nos dice que Fernando I dejó a su hijo Alfonso el reino de León, incluyendo el Bierzo, que llegaba hasta la villa de Ux. en el Cebreiro, junto a la villa de Ulze. Por otro lado, durante 1091 se afirma que el lugar de Pardellán se hallaba en los confines de Valdeorras, junto al castellum de Cabarcos. El falso privilegio de Chindasvinto hace coincidir por el este y el sur sus límites con los propiamente físicos de la comarca, refiriéndose al monte Irago como confinio bergidense.
Basta echar una ojeada a la lista de lugares que aparecen dentro del territorio berciano para comprobar su considerable extensión, manteniendo, no obstante, una sorprendente unidad territorial durante esta etapa, a diferencia de los otros grandes distritos leoneses. Sin embargo. parece probable que se produjese ya a finales de la Alta Edad Media una cierta fragmentación interna del territorio: en 1025 hay una alusión al lugar de Langre como territorio, dentro del que se encontraba Villa Olile. Otros indicios de este proceso proceden de documentos algo posteriores, como la supresión en 1072, por Alfonso VI, del portazgo o telonio que, desde tiempo de sus abuelos y padres, se venía cobrando en el castillo de Sancta María de Atares, sito junto al puerto de Valcarce y entre los ríos Burbia y Valboa, impuesto que resultaba abusivo para los muchos transeúntes de toda Europa que hacían camino a Santiago a través de estas tierras. La noticia parece remitirnos a la época de Alfonso V, confirmando en cierto modo los indicios de un territorio de Valcarce en esta época, cuya extensión originaria es dificil de precisar, aunque no debió de variar demasiado a lo largo del tiempo.

Un fenómeno similar se daría en Noceda, castillo que en diciembre de 1063, Fernando I donaba al obispo astorgano Ordoño, en agradecimiento por los servicios prestados en la traslación de las reliquias de san Isidoro desde Sevilla a León. Lo daba con toda su tierra y las hombres que en ella habitaban o pudieren habitar en lo futuro, liberándolos de caloñas, merinos regios y escurrones del fisco, y también del pago que solía hacer este territorio al castillo de Luna, consistente en once miedros, suponemos que de vino, cada año, y que se remontaba a los reinados anteriores.

Creemos que el documento se refiere a Noceda del Bierzo, que en otras escrituras de la época aparece como entidad diferenciada, aunque no es fácil explicar la razón del pago de ese censo en favor del castillo de Luna. Como territorio se documenta a partir del año 1045, cuando aparece en una donación a la sede asturicense, y en él se sitúa la villa de Canalejas. Ya antes, en 1027, le pertenecía d lugar de Villaverde, y años más tarde, en 1085, se ubica en su término el de Robledo de las Traviesas.

LA TENENCIA BERCIANA Y SU FRAGMENTACIÓN INTERNA

A partir del reinado de Alfonso VI, en consonancia con las nuevas políticas administrativas de la dinastía navarra, que permiten una mejor articulación de las estructuras territoriales, el proceso de fragmentación interna del primitivo territorio berciano va a experimentar una rápida aceleración, con el resultado de la aparición de un elevado número de distritos menores. Ello se relaciona también con el desarrollo tan diferente que advertimos en las diferentes zonas del territorio, contraponiéndose claramente las áreas cercanas al Camino de Santiago, pródigas en villas y pueblas aforadas, y las áreas montañosas, caracterizadas por una cierta marginalidad y la existencia de grandes territorios de carácter militar.

Sin embargo, la unidad del Bierzo se mantendrá, fundamentalmente, mediante la organización jerárquica de esos territorios bajo la égida de los delegados regios, aprovechando las ventajas que en este sentido aporta el sistema basado en merindades y tenencias. De este modo, vemos aparecer al merino real en el Bierzo, cargo que ostentan Ecta Álvarez en 1043, Pelayo Cítiz, en 1063; y Ero Eriz, en 1095; y junto a ellos, como sus subordinados, los tenentes de Ulver, con sus propios merinos. En 1095 y 1099 la tenencia estaba en manos de Jimena Muñiz y bajo la autoridad del tenente de Astorga y el Bierzo, el conde Froila, figura en 111 5 el tenente de Ulver, Juan Pérez.

Esta evolución de las tenencias va a culminar en epoca del Emperador, cuando, por un lado, se convierten en meros beneficios para disfrute de la elite nobiliaria y la propia familia real, y, por otro, se constata la fijación de determinadas familias condales en las mismas, La "vertiente territorial" de la alta nobleza, lejos de perder importancia, sigue siendo primordial dentro de los nuevos esquemas administrativos del reino —el noble lo es con relación a un territorio y se nutre de sus rentas—, una forma, además, de consolidarla como tal. Filo puede verse en la usual asociación de los personajes principales que confirman los documentos regios de la época a tenencias de tina u otra índole, e incluso, si alguno carece eventualmente de tenencia, se añade frecuentemente a lado de su nombre la expresión sine terra.

En el caso berciano, ambos procesos se hacen del todo evidentes, Así, al conde Froila le sucede su hijo Ramiro, que aparece en 1126 como potestas en la comarca, junto al tenente de Carracedo. seguramente su subordinado, y en 1146 como tenente. Asimismo vemos cómo se afianza el poderoso Infantado leonés, especialmente en tenencias cercanas al Camino de Santiago: la infanta doña Sancha figura al frente de este amplío territorio como reptante. año 1152, cuando era su saco Nuño Sesnández, y como tenente entre 1154 y 1158. con el vílico Pedro Brión.

En la zona central, aparece ahora la tenencia de Villabuena, residencia regia desde cl siglo X, con su correspondiente palacio. De forma similar a Palacios de la Valduerna, termina por configurarse como centro administrativo subcomarcal, dependiente de los condes y tenentes del Bierzo, como vemos va en 1095, cuando se menciona a su merino Eita González, subordinado al merino de Astorga y el Rimo, Ero Eriz. En época del Emperador, pasa a ser otra tenencia más de la infanta doña Sancha, como consta por documentos de 1138, en el que se cita a su merino. Pelayo Citiz; 1142, cuando eran merinos Martín Nozán y Pelayo Citiz, y 1146. año en que figura como vílico Pedro Martínez. En 1154 y 1155 es vílico de la infama, que actúa ahora como tenente de todo el Bierzo. Pelayo Vermúdez, mencionándose también al sayón Pedro Moro. En 1155 se cita al vílico Fernando Pérez. La infanta sigue en la tenencia todavía a finales de 1157.

El ámbito de actuación de doña Sancha se extiende igualmente a los vecinos Valcarce, documentado ya como tenencia; Ponferrada, de la que es tenente hacia 1154, pasando en 1170 a manos del magnate Pelayo Pérez; y la villa de Burbia, luego denominada Villafranca, que en 1146 estaba en manos de la infanta doña Sancha, la cual tenía también la cercana Villabuena, situación en la que, ya bajo el nombre de Villafranca, va a continuar en lo sucesivo: en 1147 se cita a los vílicos Gavarón y Giralt Dastorga, y en 1152 al merino Pelayo Barragán, de mano de la infanta Sancha, que figura ahora como tenente de todo el Bierzo, manteniéndose en la tenencia hasta 1157.

La montaña más septentrional aparece convertida en un territorio vinculado al castillo de S. Esteban, en Fresnedelo, tenencia, a finales del siglo XI, del conde Muño Muñoz, que lo gobernaba de mano del rey. El documento en cuestión deslinda sus términos y los del monasterio de Santa Leocadia, estableciendo que los hombres de cada territorio sirvan a sus respectivas autoridades. Probablemente sea el mismo "territorio de Somoza" que se emplea en 1185 para localizar la villa de Erigu, citándose también al abad de Vega de Espinareda y al tenente de S. Esteban.

También comienzan ahora las referencias al castillo de Aguiar, cuyo término se extendía a lo largo de la ribera del Selmo, La fortaleza estuvo situada entre los lugares de Portela, Biobra y Cabarcos, en la frontera con Valdeorras, como se ve por algunos documentos de 1091, territorio al que parece pertenecer, ya que en 1095 se afirma que Biobra se halla en Valdeorras y está junto al castillo de Aguiar, y en 1137 se habla del lugar de Vila, territorio de Valdeorras, junto al tenente de Aguiar. En cambio, una donación de 1257 ubica la tierra de Aguiar entre Valdeorras y el Bierzo. Por otra parte, Valdeorras aparece con frecuencia unido al Bierzo y Cabrera bajo un mismo tenente, cual ocurre con Ramiro Fróilaz en 1129, 1137, 1144. Este mismo personaje figura en 1137 como primer tenente conocido de la fortaleza, en la cual se halla actuando en su nombre, como resistente en Aguiar, Nuño Pérez. que continúa en 1146.

En el extremo más suroccidental del primitivo territorio bergidense surgen tres diferentes gobernaciones que, sin embargo, muestran un cierto aire de unidad que presagia su común destino en lo futuro, sujetas a menudo a la misma autoridad territorial: Ribera, Losada y Cabrera. El territorio de Ribera coincidía básicamente con la subcomarca cabreiresa de ese nombre, extendida por ambas márgenes del Río Cabrera, entre el lugar de Saceda, precisamente donde el río invierte casi el sentido de su rumbo, y su desembocadura en el Sil. Se trata de un valle prolongado, de unos 350 Km2, áspero y montuoso, encajado entre los Montes Aquilianos y las serranías del Pico Llagarino. Su condición de tenencia se comprueba en 1069, cuando actúa como su merino Juan Adaufiz, y en 1094, cuando lo es Electo Páulez, de mano del tenente, lsidoro Vellídiz. Más adelante, vemos que es la infanta doña Elvira la que aparece ocupando esta tenencia en los años 1137, 1139, 1143. 1150, [1156] y otros. Durante esta etapa, sin embargo, comprobarnos la presencia de los condes Diego Fernández y Fernando Gutiérrez en Ribera, más parece que compartiendo con la infanta el territorio que actuando como subordinados suyos: en 1144 se dice del primero "imperante" y "señor" en Ribera; el segundo aparece como tenente junto a doña Elvira, hacia 1156, y junto a Gonzalo Osórez en 1176. En 1149 se menciona al merino sin indicación de nombre.

Aparecen aquí también algunos cargos que no dependen de los tenentes ni sus familias, sino de otras instituciones con derechos en algunos lugares del concejo merced a donaciones regias o nobiliarias. como el abad de Montes, cuyo vílico en Ribera, Fernando Pérez, se documenta en los años 1140y 1143. El lugar de Castrillo se cita también como territorio en documentos de 1154, sin que tengamos otras referencias posteriores del mismo.

En cuanto a Losada, vecino de los anteriores, ocupa el valle superior del río Cabrera, que lo recorre en sentido oeste-este, hasta prácticamente Saceda, donde forma un cerrado ángulo que lo desvía hacia el noroeste. Es una región sumamente abrupta al pie de las serranías de Cabrera Baja, con altitudes que a menudo superan los 2.000 metros. Coincidiría casi con los términos municipales de La Baña y Encinedo, sumando un total de 195 km2. Isidoro Vellídez, que era tenente de Ribera en 1094, lo es de Losada al año siguiente 1095.

El territorio denominado originariamente Cabrera ocupaba toda la zona oriental de la actual comarca cabreiresa o, lo que es lo mismo, la cuenca alta del Ería, y es dificil saber si esta zona perteneció originariamente a la gran mandación berciana, como así parece en el caso de Losada y Ribera, o si, estuvo vinculada a la de Astorga. El territorio, por lo tanto, vendría a coincidir a grandes rasgos con el actual término muncipial de Truchas, con unos 305 km2.

La organización de estos distritos era similar a la de sus vecinos, citándose con cierta frecuencia a los tenentes: Pedro Muñiz, en 1092; Rodrigo Pérez, en 1101, y Juan Pérez, potestas en el año 1117, con su merino, Fructuoso Cídiz. El Castello de Cabrera, que algunos documentos localizan en las inmediaciones de Truchas, era sin duda el centro defensivo desde el que se gobernaba el territorio cabreirés, como se da a entender en 1126, y que será el mismo que luego se denomina Peñarramiro, del que se conservan todavía algunos restos. Ese año estaba la fortaleza en manos de Ramiro Fróilaz, que tenía también Ulver, y cuyo merino era Menendo Peláez; en 1129 Ramiro Fróilaz era tenente de Cabrera, Valdeorras y el Bierzo y tenía como merino a Diego Cítaz. Encontramos luego al conde Ponce, que figura como su señor o tenente en 1138, año en que tiene asimismo Morales —seguramente Morales del Rey—, y nuevamente en diversas ocasiones entre 1144y 1156, aunque en 1149 y I150 aparece también como señor de Cabrera Vela Gutiérrez.

Hasta el siglo XIII parece haber sido el territorio de Ulver el principal de los bercianos, y su castillo, muy probablemente, el centro político-militar de toda la región del Bierzo, a partir de los años centrales del siglo XI, en sustitución del viejo Castro Ventosa. La fortaleza pasó a denominarse posteriormente Cornatel, y estaba situada en el municipio de Borrenes. Su jurisdicción parece haberse extendido por toda la margen inferior de los ríos Boeza y Sil. Existió dentro de la diócesis de Astorga un arciprestazgo así denominado precisamente. Ribera de Ulver. del que tenemos ya noticias en 1273. En 1378 se habla de su arcipreste, Domingo Bartolome, y del merino y mente del castillo de Cornatel, Alfonso Arias, lo que viene a demostrar la práctica coextensión de la tenencia y el arciprestazgo, y la identificación entre las fortalezas de Ulver y Cornadelo.

El viejo alcázar se ha localizado en lo alto de un escarpado cerro, entre Borrenes y Villavieja, aunque no se conservan restos apreciables del mismo, reutilizados seguramente en el siglo XV para la construcción del castillo de Cornatel. La presencia de tenentes se documenta desde 1043, y su realidad como demarcación territorial concreta queda demostrada por la referencia que se hace en 1100 de Jimena Muñoz como imperante terra de Ulver, dándonos la propia documentación existente idea de lo que pudo ser dicho territorio de forma directa o indirecta. M. Durany sitúa como límites del territorio los ríos Sil, Oza y Cabrera.

A la luz de estos datos cabe suponer que la demarcación de Ulver coincidía en lo substancial con lo que posteriormente fue el arciprestazgo de Ribera de Ulver, perteneciente a la diócesis de Astorga, nombre aplicado igualmente al territorio, que se diferencia claramente en una carta de 1257 del Bierzo, Valdeorras y Aguiar. Se extendería, pues, entre los Montes Aquilianos, que la separarían de la Cabrera, y las aguas del Sil-Boeza, como parece dar a entender un documento de 1172, que presenta el territorio berciano distribuida en dos partes, la que se halla "acá del río" —seguramente visto desde cl castillo de Ulver, a cuya área de influencia se refiere—, y la de "allende el río". Comprendería, aproximadamente, los actuales municipios de Molinaseca, Priaranza, Borrenes, Carucedo y Ponferrada (al sur del Sil).

Los tenentes del castillo y su territorio muestran haber gozado de gran autonomía, aunque en todo momento se les incluye en la más amplia gobernación del Bierzo; en 1043 aparece en el cargo Rabinado Ectaz, quien tenía como merino a Gonzalo Rodríguez, pasando luego a ser otra de las tenencias de Jimena Muñiz, amante de Alfonso VI, entre 1093 y 1I07; aunque desde principios del siglo XII se hace constar casi de continuo la subordinación de este territorio respecto del conde del Bierzo, con lo que se reintegra al control de la familia Fróilaz: Juan Pérez tenía Ulver hacia 1I15 y II18 de mano del Conde Fruela —que lo era del Bierzo y Astorga—; en 1126 aparece directamente "imperante" en Ulver Rodrigo Froilaz, el conde berciano, y en 1146 Fernando Peláez, de mano del tenente berciano, conde Froila Ramírez.
Desgajadas de Ulver van apareciendo otras tenencias, como Molinaseca, en 1134, poseyéndola el conde Ramiro Fróilaz, tenente a la par de Ulver. De él debió de pasar en arras a su cuarta esposa, Elvira, quien la donaría luego al obispo de Astorga. O Villar, citado como territorio en 1093, en la zona de Borrenes y Paradela de Muces, aunque la cita procede de una copia tardía y no muy fiable.

La zona más oriental del Bierzo, extendida sobre las Faldas de los Montes de León y los valles de los ríos Boeza, Tremor y Noceda, se integra ahora en el territorio y tenencia de Boeza, del que tenemos noticia por primera vez en 1124, cuando estaba en manos del conde Suero Vermúdez, pasando después, hacia 1148. al también conde Ramiro del Bierzo.

EL TERRITORIO BERCIANO A FINES DE LA PLENA EDAD MEDIA

Los reinados del Fernando 11 y Alfonso IX suponen para el Bierzo la maduración de las tendencias apuntadas para la etapa anterior. Sigue siendo una tenencia demasiado extensa como para constituir un único ámbito señorial, acentuándose aún más la fragmentación territorial al aparecer nuevas tenencias de muy diversa índole, vinculadas a castillos unas, otras a posesiones de órdenes militares y fundaciones monásticas, e incluso a entidades de tipo concejil, todo lo que llegará a convertir al Bierzo, como veremos a continuación, en un verdadero mosaico territorial de gran complejidad. No por ello pierde la comarca sus funciones administrativas: el Tudense, al referirse a las pueblas promovidas por Alfonso IX, sitúa las de Bembibre y Ponferrada en el territorio del Bierzo, que equipara en rango a los de Zamora y León.

Esta permanencia del papel administrativo del Bierzo se fundamenta, sobre todo, en una relativamente bien organizada jerarquía territorial, vinculada a los distintos escalafones de la administración regia, y al afianzamiento de la superioridad de ésta frente a la señorial, especialmente la eclesiástica, cuya capacidad para ejercer jurisdicción e imponer d orden en sus dominios. como muy bien ha señalado M. Durany. fue escasa, dada su debilidad de medios, cuando no su desatención por parte de las autoridades episcopales o abaciales, lo que facilita la imposición de la justicia regia sobre la propiamente señorial. En el caso de beneficios laicos, es frecuente que se mantengan compartidos con los tenentes, como sucede con la infanta doña Sancha, a la que Fernando II respeta en sus tierras bercianas anteriores, o la infanta doña Urraca en Asturias. También por entonces se cita en la tenencia de Astorga. junto al conde don Ramiro, a la emperatriz doña Rica, viuda de Alfonso VII.
La jerarquía propia de la administración regia aparece a menudo expresada mediante el empleo de diferentes términos o títulos para los distintos niveles, generalmente “Imperante" o "dominante" en el caso de los tenentes principales o generales, frecuentemente honrados con la dignidad condal o títulos como "cónsul" o "príncipe"; y "sedente" o "residente" para sus inferiores. El Bierzo actúa como una demarcación superior, una "macrotenencia" o "tenencia mayor", empleando la terminología de Jular, de cuyas autoridades dependen los tenentes de sus demarcaciones subordinadas. De este modo, es el tenente berciano quien tiene bajo su cargo a los subtenentes de Ulver, como comprobamos en 1169; Aguíar, en 1182; o Valcarce, en 1197. Otras veces, es el propio conde berciano quien figura directamente como tenente de alguna de estas plazas, bien por no haber en ellas subtenente, bien por aparecer éste reducido a un segundo plano: Gutierre Rodríguez, tenente del Bierzo, se dice en 1174 tenente de Ulver. y de su mano Rodrigo Pérez, que es el que realmente tiene la plaza; de igual manera, en 1197 Pedro Fernández Castellano. tenente del Bierzo, es tenente del honor de Valcarce, bajo cuya autoridad está Lope Menéndez.

En el caso de los merinos regios, que representan en esta etapa una línea administrativa paralela a la tenencial, nos encontramos igualmente con una jerarquía bastante compleja, habiéndolos de diversa categoría y origen, nombrados unos por el tenente berciano, otros por los mientes y señores locales y otros, con carácter general, por el merino real de León, destinados a vigilar cuantos asuntos se referían a los intereses realengos en la región, muy citados a partir de la segunda mitad del siglo XIl, con lo que venía a crearse una especie de doble administración tenencial y regia. Así, de los merinos del Bierzo, generales para todo el territorio, dependen otros de ámbito comarcal o local: en 1190 actúa como tenente general en el Bierzo el conde Froila, que tiene bajo su mando a Pedro Rodríguez en Ulver y a Fernando Peláez en Boeza; pero, igualmente, vemos aparecer al merino real, Pedro Fernández Benavides, que mantiene un vílico en el territorio de Boeza, Fernando Pérez; y otro en Villafranca y el Bierzo, Pedro García. En 1194, el vílico real de León, Pedro Fernández, tenía de su mano en el Bierzo a Pelayo Ibáñez, y más tarde a don Ramiro; Martín Pérez es merino en el Bierzo por nombramiento de Rodrigo Ordóñez, merino regio; y aparece también entre 1202 y 1214 como merino en el Bierzo por el rey, teniendo corno merino subordinado a Martín Domínguez. Más tarde, en 1207, es merino Fernando Muñiz, y García Carnota, de mano del rey, en 1230 y 1243; Ruy Galván, por Gonzalo Morán, en 1254. quien aparece también como merino en el Bierzo, teniendo como subalternos a Pedro Ibáñez y Juan Pérez. Un Fernando Pérez aparece en 1190 como vílico en Boeza por el citado merino real. mientras que Pedro García figura como merino en los años 1189 y 1190, de mano del merino regio.

Las líneas administrativas, como dijimos, son diversas: Pedro Brión es vílico en 1158 de mano de la infanta doña Sancha; mientras que, en 1194, el conde Froila tiene como subtenente a Pelayo Peláez, y el vílico real de León, Pedro Fernández, a su delegado en el Bierzo, Pelayo Ibáñez. Don Ramiro aparece también como vílico en 1194, nombrado por el citado merino real leonés; Martín Pérez es merino en el Bierzo por nombramiento de Rodrigo Ordóñez, merino regio; y aparece también entre 1202 y 1214 como merino en el Bierzo por el rey, teniendo como merino subordinado a Martín Domínguez. Más tarde, en 1207, es merino Fernando Muñiz, y García Carnota, de mano del rey, en 1230 y 1243; Ruy Galván, por Gonzalo Morán, en 1254, quien aparece también como merino en el Bierzo, teniendo como subalternos a Pedro Ibáñez y Juan Pérez; hacia 1270 aparece como merino real del Bierzo Nuño Fernández, de mano de don Alvar Peláez, merino mayor del Reino de León. Dos años más tarde tiene el Bierzo el infante don Fernando, quien nombra como su merino en este territorio a Nuño Fernández. En 1276 Ruy Thibaldo era merino en el Bierzo por designación del merino real de León, Rodrigo Rodríguez.

Las divisiones internas no sólo obedecen a la existencia de distritos menores dados en subtenencia o beneficio señorial, sino a repartos de otros tipos: en 1170 ocupan la tenencia berciana Diego Fernández y Alfonso Ramírez, que dice tener la mitad del territorio, y ese mismo año Diego Fernández aparece como vílico del Rey en el Bierzo, junto a Bernardo Pérez. Al año siguiente se repite la mención de Diego Fernández como tenente, junto a su vílico Marino Gambeta, aunque en 1172 eran ya tenentes los hermanos Gutierre y Fernando Rodríguez, quienes han distribuido el territorio en dos partes: la que se halla "acá del río" —seguramente visto desde el castillo de Ulver—, donde tienen a Rodrigo Pérez, y la de "allende el río", donde designan a Paderno como uero Saion. Ese mismo año vuelven ser citados los dos tenentes, ahora con sus respectivos vílicos: Juan Jiménez y Martín Díaz.

En cuanto a la distribución territorial interna, la comarca registra escasas modificaciones respecto del panorama previo, destacando fundamentalmente el mantenimiento en las regiones más apartadas y montuosas de grandes espacios vinculadas generalmente a sendos castillos, como Aguiar, S. Esteban y Ancares, Boeza: Cabrera. o Peñarramiro, que hay que poner en relación con los territorios vecinos de Ribera y Losada, y Valcarce. También Ulver, que durante el siglo XIII parece experimentar una cierta decadencia en su centralidad militar y administrativa, ante la fuerza emergente de la ciudad de Ponferrada y la consolidación de Villabuena, además de la presencia en estas tierras de la poderosa orden del Temple –a la que termina pasando–, el desarrollo de los concejos urbanos y la proliferación de pequeños dominios señoriales y tenencias, corno Priaranza; Molinaseca, Corullón, Pombriego, desgajada de Ribera; Cubillos, Villadepalos. Vilela y Balboa No obstante, la tenencia de Ulver sigue apareciendo en la documentación de la época.

La otra gran novedad durante esta etapa es la expansión de los alfoces de tipo urbano, con la creación de entidades concejiles en las antiguas villas itinerarias, que van a desplegar un control paulatinamente más acusado sobre los territorios circundantes, inicialmente mediante el ejercicio de la tenencia. Es el caso de Bembibre y Ponferrada, que aparecen como tenentes de Ulver, el primero en 1200. 1203 y 1205; y el segundo en 1212 y 1213, siéndolo a la par del Bierzo, en compañía de tenentes locales. También de Villafranca tenente del vecino Valcarce en 1198 y 1219.

Pero no todas las iniciativas pobladoras tuvieron éxito. El ambicioso proyecto regio de recuperar y poblar el viejo Castro Ventosa. junto a Pieros, parece fatalmente condenado desde el principio a malograrse. Primero fue impulsado por Fernando II, siguiendo las directrices de su política de reorganización interna, terminando el intento en fracaso por la tenaz oposición de la sede compostelana, que temía el despoblamiento de su villa de Cacabelos. Recuperado por su hijo Alfonso IX, el proyecto choca nuevamente con la firme oposición del arzobispo de Santiago, que presiona al rey hasta lograr el reconocimiento en su favor de la mitad del pedido, fonsadera, voz, caloña, portazgo, y cualesquiera otros lucros en ese lugar, salvo colecta y moneda, además de la iglesia de dicho castro, añadiéndose en otra donación posterior la aldea de Villagroy. Pero además se producen roces, por idéntico motivo, con el cercano monasterio de Carracedo, de modo que finalmente, el rey tendrá que desistir de su empeño y comprometerse a no poblar el castro, recibiendo a cambio del monasterio, en 1210, 2.530 áureos en compensación.

CONCLUSIONES

La trayectoria histórica del Bierzo podría definirse sin duda como un proceso de "unidad en la diversidad". Una pluralidad de situaciones que deriva de la propia configuación geográfica interna, tan compleja como la del resto de la región astur-leonesa, y señalada tanto por la presencia de numerosos espacios minicomarcales claramente definidos, como por el contraste entre un Bierzo alto y montañoso, de difícil desarrollo y cierta marginalidad, y otro bajo y llano, de muy favorables condiciones para el crecimiento agrario, bien comunicado por el Camino Francés, y cuya prosperidad se manifiesta en la proliferación de villas, pueblas y grandes monasterios.

Esta diversidad se advierte también en la auténtica atomización que va a experimentar el territorio desde el siglo XI, acentuada en la Baja Edad Media a través de un marcado proceso de señorialización que pondrá en manos de la nobleza una parte sustancial del Bierzo. Igualmente llamativos son el éxito de las pueblas, a la postre señorializadas, y la abundancia de señoríos eclesiásticos que se registra a partir de mediadas del siglo XI, algunos tan extensos como el coto de S. Andrés de Vega de Espinareda. que llegó a agrupar nada menos que 30 lugares. Citemos también el de S. Pedro de Montes y sus villas de Noceda y Rozana; Santiago de Peñalba, Compludo, Poibueno; Cacabelos; Carracedo; Noceda del Bierzo y Losada; Molinaseca; Santa Leocadia del Sil; Los Barrios de Salas; Espina de Tremor; S. Miguel de las Dueñas; S. Martín de Montes; Vilela; los santos Cosme y Damián de Nuctuoso; Tabladillo.

Pero, paralelamente, es de destacar la permanencia a lo largo del tiempo del concepto de Bierzo como unidad superior a todas las circunscripciones menores, cotos y señoríos, especialmente a través de su vinculación a la administración regia y la presencia de merinos reales, de los que dependen tanto las posesiones adscritas directamente al realengo corno las regalías que definen el marco jurisdiccional común del reino. Por ella, en pleno siglo XIV, el Bierzo mantiene su vigencia como distrito fiscal, formando en los posteriores la llamada provincia o partido de Ponferrada.

lunes, febrero 12, 2007

Determinación da fronteira lingílística entre o galego e o leonés nas provincias de León e Zamora

Ana SECO OROSA

Revista de Filología Románica Vol. 18(2001)73-102
ISSN: 0212-999X

O contido deste estudio vai dirixido a describir, na medida do posible, os aspectos a ter en conta para determina-la fronteira lingiiística entre galego e leonés alí onde se encontran estas dúas modalidades, no territorio das provincias de León e Zamora . Así, intentaremos diferenciar, desde unha perspectiva estrictamente lingüística, os fenómenos pertinentes para a delimitación da fronteira; a continuación, e a partir dunha rede de puntos o máis mesta posible, trazarémo-las isoglosas correspondentes que marcarán o contorno xeográfico de cada un destes fenómenos linguisticos e separarán a presencia do trazo nunha área da súa ausencia noutra. Examinarémo-la distribución destas isoglosas antes de intentar traza-la fronteira lingiiística: segundo sexa o decorrer destas isoglosas, en feixes ou soltas, o paso do galego ó leonés realizarase de modo abrupto ou de modo gradual; traza-la fronteira lingiiística entre galego e leonés non será difícil no primeiro caso, pero no segundo, as isoglosas que corren soltas están determinando a existencia dunha área de transición entre os dous dominios na que aparecen unhas falas con comportamentos especiais en relación a eles, unhas falas de transición que debemos ter en conta para poder determina-lo que acontece nesta zona fronteiriza. Unha vez considerados estes factores, que pasamos a detallar a continuación, estamos en condicións de intentar delimita-la fronteira entre o galego e o leonés.

TRAZOS PERTINENTES PARA A DELIMITACION DA FRONTEIRA. TRAZADO DAS ISOGLOSAS

Os trazos que se consideraron realmente pertinentes para establecer unha fronteira entre galego e leonés foron determinados fundamentalmente tras examina-los datos obtidos in situ nos puntos de León e Zamora que foron obxecto de estudio. Pero esta especial atención ós datos de campo e as conclusións que deles podiamos obter non impediu que tiveramos presentes en todo momento do proceso os datos procedentes dos estudios que dalgún modo se achegaron á cuestión dos limites, e por conseguinte dos fe nómenos que podían ser pertinentes para marca-la fronteira .• Centrémonos agora en explicar —o máis brevemente posible— cómo se desenrolou o proceso que nos levou adetermina-los trazos pertinentes para a delimitación da fronteira entre galego e leonés.

Nunha primeira fase, elaborouse un cuestionario amplo no que foron considerados tódolos fenómenos que caracterizan ó galego e ó leonés, tanto os comúns como os diferenciais . Este cuestionario foi aplicado no ano 1991 nos puntos escollidos da zona de Bierzo, que foi tomada como mostra por se-la máis problemática: puidemos así obter datos sobre o comportamento e vitalidade destes trazos . Traía análise destes datos, pasamos a unha segunda fase, na cal se rexeitaron os fenómenos que non eran pertinentes para o trazado da fronreira a fin de elaborar un cuestionario máis reducido que tivera en conta só os trazos máis relevantes e as combinacións dos mesmos; este cuestionario reducido fol aplicado durante o ano 1995 ó longo dunha rede de puntos nas zonas restantes: A Fornela e Os Ancares de León, A Cabreira e Sanabria . As conclusións obtidas a raíz do estudio realizado in situ nas dijas fases indicadas e a posterior análise dos resultados, permítennos afirmar que os trazos que parecen ter pertinenciana zona para diferenciar galego e leonés son o resultado de Ĕ, AE, ŏ latinos, da simple e da xeminada lateral latina, da simple e da xeminada nasal latina, do grupo S+iode, e de TĔNEO, VĔNIO .

Determinados os trazos pertinentes, procedemos ó trazado das isoglosas correspondentes. No mapa 1 rexistramos estas isoglosas —neste caso ísofonas a—, que sinalan o contorno xeográfico de cada un destes trazos lingúísticos:
1. Resultados de Ĕ, AE, ŏ latinos> aditongación / ditongación
2. Resultados de L-, -LL-> -1-1-11-
3. Resultados de -L-> Φ/-l-
4. Resultados de -NN-> -n-/-ñ-
5. Resultados de -N-> Φ /-n-
6. Resultados do grupo SI> -iš-/-is-
7. Resultados das formas verbais TĔNEO, -AM, VĔNIO, -AM> Ptes. Etimológicos / analóxicos

Para poder trazar estas sete isoglosas, que denominaremos isoglosas primarías, previamente tivemos que estudia-lo comportamento de cada un dos sete trazos en diferentes contextos : diferenciamos así outro tipo —ou se queremos outra xerarquía— dentro das isoglosas, as isoglosas secundanas, que serán as que determinen o contorno dun trazo en cada un dos contextos en que pode aparecer. A isoglosa primaria correspondente a cada trazo obtense tralo estudio conxunto e comparativo das diferentes isoglosas secundarias. Así, en cada un dos mapas que ilustra un determinado contexto, rexistrámo-la distribución das variantes no mesmo e trazámo-la isoglosa secundaria que procede. Debe considerarse se coincide no sen trazado esta isoglosa secundaria coa primaria correspondente: en caso de haber desviacións, a isoglosa secundaria non sería válida para marca-la fronteira, pois estas desviacións estarían indicando a existencia de infiltracións —leonesismos ou galeguismos— ou vacilacións. Non podemos achegar aquí o estudio pormenorizado desta cuestión, polo que só mencionamos, para ilustra-lo que acabamos de dicir, unha serie de isoglosas secundarias correspondentes a un dos trazos pertinentes: Ĕ, AE, ŏ latinos . Algunhas destas isoglosas secundarias coinciden no decorrer coa isoglosa primaria de aditongación /ditongación e son válidas para o trazado da fronteira. Sería o caso dos resultados aditongado / ditongado de Ĕ, AE ante nasal: quen / quien; lenzo / lienzo, llienzo; quente / ca/ente, caliente; Ĕ, AE nos monosílabos: pé / pías; dez / diez; mel / miel; ben / bien; ĔST: é, éo, éui / ie, ia,ía, yía, llia, yi; sufixo - ĔLLUM: -elo / -ielo, -ieio, -iello; ŏ ante iode: folla / fuella, fuoll, fuea; hoxe, hoi / huei, huoi, hui, boj, güei, güi; noite, nuote / nueite,nuöite, nuoite, nuoite, ñueite; despois, despous / despueis, despuois, despuis; ŏ ante nasal: ponte / puente; bon / bueno; conto ¡ cuento. Fronte a isto, hai isoglosas secundarias que non coinciden no trazado coa primaria; este é o caso dos resultados aditongado / ditongado do pronome EGO: eu / you,ieu (cf. mapa2); posesivo MĔUM: meu, meo / mieu, mieu, miou, míou, miu, míu, mio; conxunción ĔT: i, e / ie, ia (nestes tres casos -ĔGO, MĔUM, ĔT o resultado ditongado, leonesismo, entra en zona de aditongación); forma GÉNERU: šenro, šerno, senro, šienro, que dá lugar a equívocos, pois en zonas de ditongación o i do ditongo pode ser absorbido pola palatal inicial; resultado sono / ditongado sueno, suöno (hai unha infiltración do leonesísmo sueno en Dehesas, onde altema coa forma propia sono); NŏSTRUM: noso/ nueso, nuöso, nuoso, ñueso (o resultado aditongado, noso: galeguismo, entra en Fontoria). Estas isoglosas non serán válidas para traza-la fronteira de aditongación / ditongación por presentaren, como dixemos, desviacións no trazado que marcan a presencia, nos puntos en que a liña se desvía, de infiltracións (galeguismos: NŏSTRUM; leonesismos: MĔUM, ĔT. ĔGO) ou vacilacións.

DISTRIBUCION DAS ISOGLOSAS. FEIXES DE ISOGLOSAS / ISOGLOSAS SOLTAS: A ÁREA DE TRANSICIÓN

Antes de entrar a considerar este punto, debemos precisar algúns aspectos relacionados coa escolla das isoglosas no territorio fronteirizo que nos ocupa. Se o que pretendemos é determinar unha fronteira lingüistica, esta non poderla ser trazada utilizando un criterio monoisoglósico, que resultaría insuficiente para describi-la complexa realidade da fronteira. Se por algunha razón se utilizase este criterio, sería unicamente coa finalidade de simplifica-la clasificación dialectal, como aproximación, e de ter que escoller entre unha das isoglosas, observado o comportamento de todas elas, parece que a máis representativa, a de máis rendemento para diferenciar galego / leonés en León e Zamora seria a isoglosa que marca os resultados de Ĕ, ŏ, isoglosa que ademais coincide en todo o seu trazado coa do resultado do grupo SI, sendo estas dúas as únicas que corren parellas en toda a fronteira.

Pero pretendemos trazar unha fronteira lingüística, e a base dunha fronteira son as isoglosas, varias isoglosas; hai que precisar que as escollidas deben se-las realmente pertinentes: utilizar menos traería como consecuencia unha descrición parcial da fronteira , e utilizar máis isoglosas non pertinentes ou de distinto nivel xerárquico— poderla levar a conclusións erróneas. Por esta razón imos ter en conta unicamente as sete isoglosas que marcan os sete trazos pertinentes para delimita-los dous dominios lingúisticos. Debemos, ademais, deixar ben claro que é necesario considera- lo decorrer destas sete isoglosas ó longo dunha densa rede de localidades no territorio fronteirizo en conxunto, no que constitúe a totalidade da macrofronteira galego-leonés: de non facelo así, poderiamos ter unha visión parcial da cuestión, que tamén nos levaría a conclusións equivocadas.

Observamos, entón, a disposición das sete isoglosas na macrofronteira (cf. mapa 1). Segundo a súa distribución diferenciamos uns tramos nos cales estas isoglosas aparecen en feixes (de Benuza a Rionor, punto no cal as isoglosas se separan de novo), e outros tramos nos cales as isoglosas discorren soltas (do norte de León a Benuza, e na zona sur Rionor, punto limítrofe con Portugal). O primeiro caso non presentará problemas para o tranido da fronteira: o paso do galego ó leonés realizase dun modo abrupto.

Moi distinto é o segundo caso; aquí, en sentido estricto, non podemos trazar unha fronteira, pois o feito de que discorran soltas as isoglosas está indicando o paso gradual do galego ó leonés, un continuum entre os dous dominios, unha área de transición entre eles. Chegados a este punto , imponse, é necesario, o estudio desta área de transición, a fin de defni-la situación en que se encontran determinados tramos da zona de contacto entre galego e leonés e dar conta do que acontece con estas dúas modalidades cando entran en contacto nestes tramos. Procedemos, pois, ó estudio da devandita área.

Retomando o anterior, podemos afirmar que entre o galego e o leonés, alí onde as isoglosas correspondentes ós sete fenómenos considerados pertinentes para traza-la fronteira corren soltas (cf. mapa 1>, confórmase unha zona hinguistica fronteiriza que debe ser considerada de transición entre os dous dominios, por aparecer nela, nos puntos estudiados, distintas modalidades que fluctúan entre o galego e o leonés en maior ou menos grao. Segundo dominen os trazos galegos, leoneses ou as solucións de compromiso. Chamaremos a esta área lingilística fronteiriza área on franxa de transición, e ás falas que nela aparecen falas de transición. Non pretendemos neste estudio explicar con exhaustividade as falas de transición; unicamente, e con finalidade de determinar en qué medida sería posible trazar unha fronteira nelas ou entre cias, queremos definilas en relación coas entidades dialectais en contacto: partiremos dos sete trazos que considerarnos pertinentes para diferenciar galego e leonés para, en primeiro lugar, achegar unha clasificación destas falas de transición e, en segundo lugar, observa-las fluctuacións entre os dominios vecinos. Indicamos desde xa que se ben estes sete trazos son determinantes para definir, non pretenden ser suficientes para describi-la complexidade dialectal destas áreas, nas que ademais do contacto ó longo dos séculos entre galego e leonés, que vai conformando o carácter destas variedades, hai que considera-la superposición do castelán , Pretendemos unicamente facer unha aproximación xerárquica baseada nos trazos pertinentes diferenciadores dos sistemas que estiveron en contacto durante anos. Sobre esta aproximación inicial, tendo presente esta primeira clasificación, un estudio posterior poderla afronta-lo feito de facer unha análise máis profunda que considerase máis trazos e un maior número de isoglosas, unha análise que achegase máis datos sobre as variedades lingüísticas existentes na área de transición, que permitise caracterizalas en profundidade e delimitar dentro delas zonas e subzonas .

Proponemos a continuación unha clasificación das falas de transición, clasificación á que chegamos tras estudia-lo comportamento e combinación dos sete fenómenos considerados pertinentes para o trazado da fronteira (cf. mapas 1, 3). Na zona estudiada aparecen, nos extremos, galego e leonés e entre eles, unha área de transición dun a outro dominio, na que podemos diferencia-las seguintes modalidades :

a) Galego de transición. As falas que englobamos dentro desta denominación caracterízanse por presentar maioritariamente resultados galegos, como a aditongación nas formas procedentes de Ĕ, AE, ŏ latinos, a conservación da oposición latina de -N-/-NN-. co resultado Ф/n (irmá/pena: perda do -N- nas formas con -N- intervocálico, e resultado -n- de -NN-), o resultado palatalizado iš (queišo, cereiša, carqueiša) do grupo consonántico latino SI e a forma palatalizada (teño, veño, poño) nos presentes de TĔNEO, VĔNIO. Xunto a estes trazos galegos, aparece unha solución de compromiso: a perda da oposición latina -L-/-LL- (simple/xeminada) a favor dun único fonema /1/ (calente, amarelo); o resultado -1- procedente de L-, -LL- latinos é un resultado propio do galego, mentres que o resultado -1- procedente de -L- debe asociarse ó leonés. O galego de transición rexístrase no Bierzo (SMA, N, VF, D, VILL, BORR e CARU), e continúa cara ó sur en CASTR.

b) Transición. As falas deste tipo presentan o resultado do galego nas nasaís, de compromiso nas laterais e do leonés nos resultados de Ĕ, AE, ŏ e grupo SI. Así, de resultado galeguizante pode tildarse a conservación da oposición latina de -N-/-NN-, cun resultado Ф/n (irmá ou irmanha, ano).
Xunto a este, aparece unha solución de compromiso nas laterais. por perda da oposición latina -L-/-LL- en favor dun único fonema /1/ ((a)marielo, caliente).

Por último, estas falas presentan resultados leoneses, como as formas ditongadas e o resultado non palatalizado is (queiso, cereisa, carquelsa) do grupo SI. Podemos encontrar falas deste tipo nun punto da Fomela (GUI), no Bierzo (FON, EH) e en Sanabria (RIO).

c) Transición de Pombriego. A fala de Pombriego presenta solucións de compromiso nas laterais e nasais ó lado de resultados leoneses para os restantes trazos. As solucións de compromiso tradúcense na perda da oposición latina -L-/-LL- (simple/xeminada) a favor dun único fonema /1/ ((a)marielo, caliente), e na perda da oposición latina -N-/-NN- a favor dun único /n/ (ano, irmana). Xunto a estas solucións de compromiso, temos resultados que poden cualificarse de leoneses: formas ditongadas, resultado is do grupo SI e presentes analóxicos.

d) Leonés de transición (I). Nas falas englobadas neste bloque aparecen resultados leoneses en tódolos trazos agás nas nasais, que teñen o resultado do galego. Así, é propia do leonés a conservación da oposición latina nas laterais, de simple e xeminada -L-/-LL-, cun resultado l/ll na zona (caliente,(a)mariello): resultado -1- (conservación de -L-), nas formas con -L- intervocálico, e resultado -ll- (palatalización) , de L- e -LL- (en toda a zona estudiada, contrariamente a outras do leonés, só aparece este resultado, -ll-,para L-, -LL-). Tamén son propias do leonés as formas ditongadas, o resultado is do grupo SI e os presentes analóxicos vengo, tengo, pongo. Xunto a estes trazos leoneses, aparece un único resultado galego, pero de gran rendemento: a conservación da oposición latina da simple e xeminada -N-/-NN-, cun resultado Ф/n (irmá ou irmanha, ano) por perda do -N- nas formas con -N- intervocálico e resultado -n- de -NN-. Leonés de transición (1) rexistrámolo na maioría dos puntos da Fornela (CHA, TRAS, PER), en un punto do Bierzo (SAN).

e) Leonés de transición (II). Só o rexistramos nunha zona compacta do Bierzo (LI, SPP, BAR). Tódolos trazos teñen resultados leoneses, agás no caso das nasais, que presentan unha solución de compromiso, Esta última vén da perda da oposición latina simple/xeminada -N-/-NN- a favor dun único fonema /n/: irmana, ano. Xunto a isto, os restantes trazos son xa definitivamente leoneses: mantense a oposición latina nas laterais, de simple e xeminada -L-/-LL-, cun resultado l/ll (caliente, (a)mariello), aparecen formas ditongadas, o resultado is do grupo SI e os presentes analóxicos .

Nos cadros que seguen presentámo-las combinacións posibles dos sete trazos na zona estudiada, achegámo-la clasificación das falas atendendo á combinación de resultados, e indicamos para cada unha delas un punto que corresponde a esas características lingüísticas.



No mapa 3, realizado a partir das isoglosas indicadas no mapa 1, marcámo-las distintas modalidades que se rexistran nesta franxa de transición. Como vemos no mapa, estamos ante unha zona dc gran variedade e forte personalidade lingüística: proba disto é que a situación non é uniforme nín nun mesmo concello, como podemos comprobar nos mapas 4, 5, 6 e 7; sen considera-lo castelán que se superpuxo ás falas autóctonas, nalgúns concellos podemos rexistrar dúas variedades ou máis (Fabero, mapa 4: transición e leonés de transición II; Vega de Espinareda, mapa 5: galego, galego de transición e transición; Benuza, mapa 6: transición e leonés; Pedralba de la Pradería, mapa 7: galego, transición e leonés). Esta situación que acabamos de indicar non ¿ máis que unha mostra, de tantas, da complexidade dialectal desta franxa de transición.

Unha vez clasificadas estas falas de transición en relación coas entidades dialectais en contacto, non podemos deixar de comentar un fenómeno —propio dos dialectos de transición— que aparece nestas falas e dalgún modo as caracteriza: a fluctuación entre os dominios veciños —galego e leonés neste caso—, que non impide ás falas de transición ter comportamentos orixinais. Estas fluctuacións non presentan a mesma relevancia estructural nin atenden ás mesmas explicacións, polo que, cando menos, hai que diferenciar tres grupos: alternancias, infiltracións e solucións de compromiso. Tomando unha vez máis como referencia os sete trazos pertinentes, só podemos mostrar aquí algúns exemplos destas fluctuacións, ou se queremos interferencias, utilizando o termo en sentido amplo que dalgún xeito son restos dun contacto, dunha loita de tendencias entre galego e leonés durante séculos, un encontro que se foi dando ó longo da historia e determinou, en maior ou menor medida, a formación e o carácter destas falas de transición.

Pode darse o caso de que nun mesmo punto aparezan solucións galegas e leonesas para un mesmo fenómeno. Posiblemente se trate do resto dun estado anterior no que conviviron en maior ou menor medida o galego e o leonés, producíndose entre eles interferencias que hoxe derivan nesta alternancia de solucións. Un exemplo disto témolo en Lumeras (Ancares), onde detectárno-la perda de -L- (fío, muin,šabarís),alternando coa conservación (calente). Estes datos recollidos in situ parecen confirmados polo estudio realizado por Dámaso Alonso e García Yebra (1959: 329-330) nesta zona .

Polo que respecta ó segundo caso de fluctuación, consideramos que hai infiltracións (galeguismos ou leonesismos) cando o resultado autóctono é substituido por outro do sistema veciño; o fenómeno pode ser esporádico —darse só nun punto-— ou afectar a zonas máis amplas. Nos mapas tradúcese nunha desviación das isoglosas secundarias con respecto á prímaria.

Como exemplos de infiltracións traemos aquí os resultados ditongados de MĔUM, ĔT e ĔGO, que entran como leonesismos en zonas de aditongación (cf. mapa 2, que dá conta da distribución dos resultados de ĔGO); outro caso salientable é o do resultado fariña < FARINA rexistrado en puntos de Sanabria, que debe ser considerado galeguismo na zona leonesa, e o do resultado farina, que debe ser considerado leonesismo naqueles puntos en que, como en galego, desaparece o -N- de forma sistemática .

Estes dous fenómenos de fluctuación, alternancia e infiltración, son normais nunha zona en que tamén aparecen solucións de compromiso, nin propiamente galegas nin leonesas, que marcan un claro carácter de transición nestas falas. Son, se cadra, as máis determinantes e caracterizadoras da orixinalidade destas zonas de transición, e escapan a explicacións estrueturalistas.

Dentro destas solucións de compromiso temos, por unha parte, a solución -ielo de -ÉLLUM, que afecta a dous fenómenos (Ĕ latino, -LL- latino: resultado ditongado, leonés, con simplificación de -LL-, galego) e aparece en Guimara, Pombriego e Rionor, puntos non precisamente próximos entre si. Por outra parte, témo-las solucións de compromiso nos sistemas de laterais e nasais, que se traducen na perda de oposición -LL-/-L- e -NN-/-N-latinos que quedan reducidos a /1/ e /n/. Nas laterais, estas solucións danse na Fomela, no Bierzo (GUI , FON, EE, VP, SMA, N, D, VILL, BORR, CARU), en CASTR e nun punto de Sanabria (RIO), mentres que nas nasais aparecen nunha zona compacta do Bierzo alto (SPP, LI, BAR); mención á parte merece Pombriego, punto no que se presentan solucións de compromiso tanto nas laterais como nas nasais. O estudio conxunto dos resultados de laterais (L-, -LL-; -L-) e nasais (N-, -NN-; -N-) nos puntos tratados de León e Zamora, permítenos diferencia-los cinco sistemas que representamos no cadro que segue:



Como vemos, no que se refire a laterais e nasais, S1 representa o sistema galego e S5 o sistema leonés. Entre eles temos sistemas de transición (S2, 53, S4), que combinan resultados propios das falas galegas, das falas leonesas, e solucións de compromiso baseadas na perda de oposición —nas laterais ou nas nasais— en favor dun único fonema. Así, S2, solución de compromiso nas laterais, galega nas nasais; S3, solución leonesa nas lateraís, galega nas nasais; 54, solución leonesa nas laterais, de compromiso nas nasais ; por último SP (sistema de Pombriego), con solucións de compromiso en laterais e nasais. A vista destes catro sistemas, non podemos deixar de citar a Catalán (1954, p. 125):

«El estructuralismo puede gloriarse de haber aplicado con éxito un principio metódico de gran valor: el sistema está de continuo presente en la génesis de los cambios fonéticos. Pero debe también tener en cuenta que la lingüística no puede ni debe prescindir de otros factores históricos (aparte del substrato) que influyen tanto o más poderosamente que la estructura fonológica en la suerte de las lenguas».

Desde logo, non podemos deixar á parte os factores históricos se queremos explicar estas fluctuacións, pois é moi posible que as altemancías e solucións de compromiso se deban a unha loita entre dialectos en contacto que estivo presente durante séculos; en canto ós préstamos, tamén deben ser relacionados con factores extralingilísticos. Uns e outros son síntomas da fluctuación e contacto entre galego e leonés e deben ser explicados atendendendo a factores que van máis alá do estrictamente lingüístico e das explicacións que pode achega-lo estructuralismo. Deixamos aquí pendente este estudio, que examinaría a incidencia dos factores extralingüísticos no lingüistico, e podería achegar unha explicación das causas que producen estes fenómenos de fluctuación derivados do contacto entre galego e leonés.

TRAZADO DA FRONTEIRA LINGUISTICA ENTRE GALEGO E LEONÉS. CONCLUSION.

Unha vez considerada a distribución das isoglosas correspondentes ós fenómenos pertinentes, examinada a área de transición determinada polas isoglosas que discorren soltas, e tendo en conta tamén a zona na cal se agrupan en feixes, estamos en condicións de intentar delimita-la fronteira entre galego e leonés nas provincias de León e Zamora . Retomando o antenormente exposto en relación á distribución das isoglosas, diferenciamos unha zona, de Benuza a Rionor —punto limítrofe con Portugal no que as isoglosas se separan—, na cal as isoglosas discorren en feixes determinando unha fronteira abrupta entre galego e leonés. Neste caso pode trazarse unha liña divisoria clara que deixa a un lado os puntos de Ourense (galego) e ó outro os puntos da Cabreira: Sigüeya, Lomba, Silván, Trabazos, La Baña, Encinedo (leonés); en Sanabria separa Pías, Padornelo, Calabor (galego), de San Ciprián de Sanabria, San Martín de Castañeda, Sta. Cruz de Abranes, etc. (leonés). Pero noutra zona, que vai do norte de León a Benuza, e xa no sur colle Rionor, as isoglosas discorren soltas, aínda que nalgúns tramos do trazado coinciden algunhas delas. Neste caso o paso dunha lingua a outra realizase como unha transición: aquí non poden trazarse fronteiras precisas, pois as isoglosas soltas correspondentes a distintos fenómenos indican, como xa vimos, a existencia dunhas falas de transición entre os dous dominios que van marcando o paso gradual dun dialecto a outro establecendo entre eles, máis que unha fronteira, un continuum linguistico. Queda claro que, en sentido estricto, e sendo fieis á realidade lingüística da área de transición, parece difícil trazar unha fronteira nesta zona, pero aínda tendo isto presente, e con tódalas reservas, propoñemos unha liña divísoría —se queremos aproximativa ou artificial— coa finalidade de, dalgún xeito, establecer unha fronteira entre o dominio galego e o leonés. Esta liña trazaríase tendo como base a clasificación establecida nas falas de transición, e deixaria a un lado toda a zona de fala galega ou de transición ó galego (modalidades: galego e galego de transición), ó outro tódolos puntos situados dentro da zona leonesa ou de transición ó leonés (leonés de transición (I, II) e leonés) e cruzaría —para marcar así o seu carácter intermedio— os puntos correspondentes á modalidade que consideramos de «transición» por presentar unha combinación de solucións equilibrada entre os dous dominios. Se aceptamos esta proposta, que marcaría a fronteira entre os dous dominios amparándose nas modalidades adscritas a cada un deles, a divisoria iría, na provincia de León, de Ancares, Fornela e Bierzo ó norte da Cabreira, desde Guimara a Benuza, e na provincia de Zamora retomaríase de novo en Rionor.

A estas alturas, e xa para concluir, apuntamos unha divisoria clara que determina unha fronteira abrupta, e outra divisoria artificial, que trazamos sendo conscientes de que non deixa de ocultar unha zona na que o paso dunha fala a outra é gradual. Se aceptámo-la divisoria artificial e a consíderamos xunto coa divisoria clara, podemos obte-la fronteira entre galego e leonés nas provincias de León e Zamora, que reproducimos no mapa 8: a liña divisoria resultante deixaría á esquerda os puntos dos Ancares (LUM, SOR: galego), algúns do Bierzo (MA: galego; SMA, N, VE, O, MILL, CARU, BORR: galego de transición), unha zona da Cabreira que vai de PDF (galego) a CASTR (galego de transición), e os puntos de fala galega de Sanabria (PI, PAD, CAL), cruzada GUI na Fornela, FON, EE no Bierzo, POM na Cabreira, RIO en Zamora e deixaría á dereita a zona de leonés de transición e leonés: puntos da Fomela (CHA, TRAS, PER: LTI), do Bierzo (SAN: LTI; LI, SPP, BAR: LTII), da Cabreira (BE, LLA, SIG, LOM, SIL, LB, TRA, ENC: leonés) e de Sanabria (SCS, SMC, RIB, SOT, AVE, SMT, PED e SCA: leonés). Ante esta divisoria que figura no mapa 8, elaborada e xustificada a partir dos criterios anteriormente expostos, témo-las lóxicas reservas derivadas do feito de que é unha liña que, en certos tramos, oculta unha realidade da fronteira: a transición entre galego e leonés (cf. mapas 1 e 3). Pero a pesar destas reservas, propoflemos esa uña divisoria entre os dous dominios partindo das modalidades —antes descritas— que entre eles se desenrolan, unha divísoria —se queremos unha fronteira, dando ó termo o seu carácter relativo—, que deixa a un lado o galego e as falas de transición ó galego e ó outro o leonés e as falas de transición ó leonés. Insistimos en que esta divisoria non deixa de ser unha proposta, se cadra un tanto aproximativa e artificial, pero cremos que permite, atendendo ós criterios expostos, diferencia-los dous dominios e establece-la fronteira lingúistíca entre o galego e o leonés.