El Reino Olvidado

Este diario es la crónica de un país olvidado, el seguimiento de su huella histórica, cultural y artística en España y en Europa.

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Lugar: Bergidum, Asturia, Spain

ex gente susarrorum

domingo, noviembre 26, 2006

Las Tierras del Pan y del Vino

Las Tierras del Pan y del Vino forman el núcleo central de la provincia de Zamora; la primera se sitúa al norte del río Duero y la segunda al sur; su denominación se debe a los principales culti­vos de cada zona. Son unos territorios esteparios y, como señala L. Feduchi,

"tierras ásperas y yermas, arenosas y pobres; el cultivo de los cereales en las tierras del pan alternaba con los viñedos antes de que la filoxera arrasara los campos a fin de siglo; hoy son tierras centenales y estepa­rias sobre los materiales sedimentarios de la cuenca, que son del ter­ciario, mioceno y cuaternario; en su superficie aparecen arcillas rojas recubiertas por depósitos de cantos rodados".

Los materiales de las construcciones de estas tierras son diversos y suelen aparecer mezclados en los muros, abode, tapial, piedra y ladrillo. Al norte el adobe o tapial se asienta sobre la piedra o el ladrillo del zócalo, materiales que poco a poco van dominando la planta baja y hasta todo el edificio, a medida que se desciende hacia el sur. Como señala M. Inmaculada Jiménez,

"quizá el tipo de material utilizado para la construcción esté única­mente determinado por la economía familiar. Son muchas las vivien­das en las que los muros que tienen revoco se construyen de adobe y tapial, y los que se dejan a la vista están construidos con sillares per­fectos o con mampostería, en este último caso ventanas y puertas van rodeadas de sillares. Así pues, no es raro encontrar casas en las que sus muros tienen mezclas de todos los materiales".

Las construcciones de este territorio son bastante variadas en cuanto a los materiales, sucediéndose una introducción paulatina de la piedra y el ladrillo a medida que descendemos de norte a sur, de la Tierra del Pan a la Tierra del Vino, notándose la influencia de las regiones limítrofes. Hay que diferenciar los edificios rurales de los que se levantan en zonas más urbanas.

Entre las primeras destacan las construcciones agrícolas con el patio o corral dominando el interior del conjunto de edificios que se levantan en su entorno. La vivienda tiene una sola planta y sobrado o a lo más dos, siendo en algunos casos la segunda planta una transformación del sobrado. La puerta suele estar algo reme­tida respecto a la línea de fachada creándose un porche o zaguán abierto, con un banco de piedra corrido, que en el verano per­mite estar a resguardo del sol y en el invierno protege de los vien­tos fríos. La puerta da paso a un amplio espacio o portalón que sirve para dejar las herramientas, las ropas del campo y enseres diversos; luego están los dormitorios, pequeños, y la cocina, ade­más de la puerta de entrada al patio, o directamente a la cuadra cuando el patio no existe. Encima está el sobrado. Cuando la vivienda se divide en dos plantas, a la superior se desplazan los dormitorios.

Las viviendas de tipo urbano se presentan en el centro de las poblaciones más importantes, en la plaza mayor y en su entorno, en algunos casos, con soportales. La planta baja no está, por lo general, destinada a la vivienda, sino a actividades comerciales o de almacenaje, desplazándose ésta a las plantas superiores.

La bodega está bajo las casas en la mayor parte de los edificios, asomando a la fachada los respiraderos, salvo excepciones, como El Perdigón, donde se agrupan a las afueras del pueblo. Los palomares se van reduciendo a medida que nos desplazamos hacia el sur, encontrándose, como en la Tierra de Campos, alre­dedor de los pueblos, construidos casi en su totalidad de barro, adobe y tapial. Los casetos de campo al igual que los abrevaderos y lavaderos públicos han ido quedando en desuso, lo que ha pro­vocado su abandono y su ruina. Es lamentable su pérdida, aun­que no su desuso, que habla de una mejora de la calidad de vida.

Territorialidad

En el conjunto de tierras llanas zamoranas que se extienden al sur de la Tierra de Campos y al este de la zona montañosa, las poblaciones son de un tamaño medio alto, por lo que en ellas encontramos, además de las casas agrícolas que ocupan, por lo general, la periferia, un núcleo central en el que domina mayoritariamente el comercio, lo que ha transformado esta parte de las villas, en zona más urbana que rural.

La capital de la parte oriental de la comarca es Toro, centro urbano y comercial lo que se aprecia claramente en la calle princi­pal donde dominan los soportales que se levantan sobre columnas de piedra dotadas de capiteles y basas de tipo clásico y sobre ellas carreras con zapatas; las tres plantas que se sitúan encima van escalonándose hacia el exterior, volando cada una sobre la anterior, siguiendo la tradición morisca; la última planta es de menor altu­ra. En los muros y algunos aleros encontramos un trabajo del ladrillo que nos habla de la influencia del arte mudéjar en esta tierra como se puede apreciar en los ábsides de algunas de sus iglesias. Los balcones, que fueron de madera, casi han desaparecido, siendo sustituidos por balaustres de forja o cuadradillo sobre ménsulas y palomillas de hierro, aunque alguno queda sobre la prolongación de las vigas del forjado.

En Bóveda de Toro la mayor parte de las construcciones tienen fachadas de ladrillo, relegándose el adobe a los muros laterales; se conservan algunas casas con fachada de barro en las que los vanos están recuadrados de ladrillo o de piedra. Las bodegas aparecen tanto debajo de las viviendas como separadas de éstas, excavadas en las laderas; en este último caso tienen pequeñas portadas de piedra.

En el sur de la provincia se sitúa Fuentesaúco, famosa por ser «buena tierra de garbanzos». Es una población claramente urbana en la que destaca la plaza mayor con sus soportales de piedra que sustentan una sola planta con balcón corrido con barandal de hierro. Dominan las casas de dos plantas en las que se mezcla el ladrillo y la piedra, que abunda en la construcción y aparece hasta en los edificios más sencillos. A las afueras de la población, en medio de los campos aún pueden verse algunos pozos con el abrevadero adosado, a pesar de que se van abandonando.

Faramontanos de Tábara no sólo destaca por conservar buenos edificios de arquitectura popular en los que la base de piedra, can­tos rodados, supera generalmente la altura normal del zócalo hasta llegar a la mitad de la planta baja o algo más, sino por el conjunto de bodegas con fachada o portada de piedra que se sitúa en una lade­ra junto al pueblo y que está, en su mayor parte, bien conservado.

Otros pueblos como Venialbo, Muelas del Pan, Corrales, Gallegos del Pan o El Cubo de la Tierra del Vino conservan algunas construcciones interesantes de arquitectura popular, semejantes a las del resto de la comarca.


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