El Reino Olvidado

Este diario es la crónica de un país olvidado, el seguimiento de su huella histórica, cultural y artística en España y en Europa.

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Lugar: Bergidum, Asturia, Spain

ex gente susarrorum

miércoles, noviembre 29, 2006

Campo de Vitigudino, La Armuña y Campo Charro

Como continuación de la comarca zamorana del Sayago, las tie­rras situadas en el entorno de las poblaciones de Ledesma y Vitigudino se extienden hacia el sur por el Campo Charro, una penillanura que remata por el oeste con los arribes del Duero y el río Águeda que sirven de frontera con Portugal; al sur se extienden las tierras de Ciudad Rodrigo reflejadas en la Sierra de Gata y sus estribaciones, así como las sierras de Francia y Candelario; al este el campo de Peñaranda y la Tierra de Alba.


Este territorio es llano, adusto y duro, con cultivos de secano, y escasos cursos fluviales importantes, salvo los dos que enmarcan el territorio, el Tormes por el norte y el Águeda por el oeste; en el interior solo el Yeltes y el Huebra merecen ser mencionados.

Como señala Ángel Cabo Alonso:

"hacia el Sur y el Oeste emergen las cuarcitas y pizarras o el grani­to de la penillanura occidental de la Meseta. Los suelos que se derivan de la erosión de esas surgencias las cubren sólo de manera parcial y siempre con escaso espesor. La vocación de ellos es, así, la del monte y los pastizales. Casi desde las mismas puertas de la capital hasta las montañas meridionales y la raya de Portugal se extienden en consecuencia un continuo o casi continuo monte de encinas y, a la sombra de éstas, el pastizal; o, si acaso, un labrantío cerealista de grandes descansos que se practica más bien para que los arbustos no invadan el oquedal, es decir, para que éste no se convierta en moneda de más fácil utilización pecuaria. El vuelo arbóreo cobija al pastizal y éste, a la sombra de aquél, mantiene su verdor cuando el exento ya se ha agotado".

Por todo lo anterior se desprende que los muros son de piedra granítica, que se utiliza en forma de mampostería, sillería o mixta, algunas veces encalada, otras a la vista y, en ocasiones, con encala­do sólo recercando los vanos. En la parte más al sureste empieza a aparecer el barro, como complemento en la parte alta de los muros, aunque en ocasiones adquiere mayor importancia. Las cubiertas son siempre de teja.

El aspecto de los pueblos es más bien humilde, dominando las casas de una sola planta, con muros de escasa altura y largos y ten­didos tejados. Al igual que en el Sayago, las puertas van protegidas como señala M.a Inmaculada Jiménez Arqués:

"Llama la atención el aspecto curioso de sus fachadas, ya que la entrada a las viviendas tiene un murete de protección a cada lado de la puerta, que no sobrepasa los dos metros de altura y cuya pro­fundidad es variable. En torno a estos muretes, o aprovechando parte de los mismos, se construyen unos poyetes, bien en grandes losas de piedra, bien en mampostería, que sirven de asiento. Estos muretes van cubiertos con techo plano o a doble vertiente con tejas imbricadas, pero cuando la casa es de dos plantas no están cubier­tos con teja, sino que sirven de apoyo a un balcón corrido pertene­ciente a la primera planta, es el caso de las viviendas más acomo­dadas. Por lo general todo el conjunto de la fachada va encalado".

Las viviendas bajas responden a la descripción anterior; en algu­nos casos los muros son sustituidos por pilares de piedra, que a veces no se limitan solo a proteger la puerta de entrada sino tam­bién parte de la fachada. Estas viviendas de planta baja suelen tener en la parte trasera o en un lateral las cuadras y un patio, al que se accede por un portón, aunque no es extraño, tal como se señaló en el Sayago, que dicho patio se sitúe en la parte delantera, con la vivienda al interior, junto a las cuadras y demás dependen­cias. En estos patios suelen aparecer cobertizos o zonas asoportala­das para guardar el carro y los aperos de labranza.

En la zona del río Yeltes es frecuente que en las fachadas de las casas aparezcan balcones sustentados por grandes ménsulas de pie­dra, así como tejadillos protegiendo la puerta de entrada, soporta­dos también por ménsulas de piedra. Los vanos son escasos y de un tamaño más bien pequeño, siempre adintelados, como las puertas de entrada, y por lo general están recuadrados y enmarca­dos por piedras de sillería o grandes bloques. Los edificios tienen formas curvas en los encuentros de las fachadas; cuando aparecen, las esquinas se resuelven mediante sillería o sillarejo en forma de grandes losas entrecruzadas. Las chimeneas son anchas y de escasa altura, de piedra o ladrillo, y se corresponden con la cocina de suelo. Se conservan algunos hornos al exterior de las casas, de planta semicircular y cubierta plana.

En el entorno de las poblaciones, para protegerse de las incle­mencias del tiempo o para guardar los aperos y herramientas de trabajo, se levantan pequeños casetos de planta cuadrada o circu­lar que se cubren con falsa bóveda, semejantes a los ya vistos en el entorno de Fermoselle.

En el sureste de la comarca, donde el barro se hace presente, las construcciones siguen los mismos parámetros, aunque aparecen algunos elementos nuevos como los tejadillos sobre las puertas, algún soportal delantero y paredes recubiertas de teja.

Territorialidad

En las proximidades de los Arribes del Duero destacan Milano y Barruecopardo, pueblos en los que abundan las casas bajas con puertas cobijadas y protegidas por muros laterales, así como viviendas de dos plantas con balcones sobre la puerta de entrada; los portalones suelen llevar tejaroz de protección. Algunos de los patios han perdido parte de la cerca al desaparecer la actividad agrícola, convirtiendo el patio en zona ajardinada o cementada, quedando como un espacio público-privado. Junto a Vitigudino, población muy urbana, capital de esta parte de la comarca, en la que se conservan escasos edificios de arquitectura popular, hay que reseñar los núcleos de Encinasola de los Comendadores y Guadramiro, en los que encontramos edificios que participan de las características apuntadas y destacan algunas casas en las que se encala sólo el entorno de los vanos y no toda la fachada; además, algunos balcones sobre ménsulas protegidos por la prolongación del tejado.

En Cerralbo llama la atención el conjunto de edificios tradicio­nales, una parte de ellos encalados, con los vanos recuadrados por grandes piedras, hornos exteriores y portones, algunos de ellos sin protección superior. En los alrededores hay casetos redondos cubiertos con falsa bóveda muy plana.

Estos casetos se repiten en Lumbrales y La Fregeneda, poblacio­nes muy urbanas, que conservan, además, en sus cercanías, cober­tizos agrícolas para el resguardo del ganado. Las cercas de los cam­pos tienen gran plasticidad, sobre todo cuando se contemplan en terrenos aterrazados.

San Felices de los Gallegos es la población más destacada de la zona oeste de la comarca, por ser la que más y mejor conserva la arquitectura popular, a la sombra de su viejo castillo y su amplio recinto amurallado. Se conservan restos de una de las puertas de entrada a la villa, junto a la cual aparece un empedrado de aspecto antiguo. El caserío sigue los mismos patrones de lo visto hasta ahora, aunque aquí aparecen algunos edificios de tres alturas con galerías o corredores a paño de fachada en la última planta. Tiene dos amplias plazas, una con fuente y alberca y otra que situada a la vera de la igle­sia y del castillo mantiene en pie algunos soportales.

Alrededor del río Yeltes se crea una subcomarca en la que apare­ce como característica el balcón volado sobre ménsulas de piedra, unas veces sobre una puerta o una ventana y otras corrido a lo largo de la fachada y, también, tejadillos sobre las puertas y por­ches sobre pilares de piedra; en Yecla de Yeltes, junto a un caserío cuidado de casas urbanas de planta y piso y otras más rurales con patio interior, llaman la atención el balconcillo fijo de la plaza para templete de música en las fiestas y los casetos de campo en el entorno de la población; en Villavieja de Yeltes, pueblo casi urba­no con calles amplias y casas blanqueadas, destaca la plaza mayor con balcones corridos y soportales con columnas de granito.

Entre Vitigudino y Ledesma se encuentra un grupo de pobla­ciones que están dominadas por las casas de planta baja, grandes tejados tendidos y escasos vanos al exterior; aquí no abundan los grandes portalones, son puertas sencillas, sin la protección del teja­roz, hoy en su mayoría metálicas. Se combinan las esquinas de sillería con las redondeadas; las puertas presentan la protección de los muros laterales, aunque en algún caso uno de ellos ha sido sus­tituido por un pilar de piedra. Estamos hablando de Cipérez, Peralejos de Abajo, Villar de Peralonso y Villaseco de los Gamitos, entre otros.

Ledesma, capital de la zona este de la comarca, se sitúa en una pequeña loma. En la parte alta está la plaza mayor, asoportalada; en ella, la iglesia parroquial y casas de tres plantas, con balcones corridos, algún mirador y pilares de piedra; hay un pasadizo y un arco para salir de la misma, lo que complementa un conjunto de gran belleza. En la parte posterior de los edificios aparecen las gale­rías de madera, cerradas sobre pies también de madera. Las casas tienen piedras de cantería de gran tamaño, sobre todo en los din­teles de las puertas, que, a veces, presentan forma de arco conopial. Hay rejas en los balcones y en los vanos de la planta baja; la facha­da suele ir revocada en gris. En el entorno hay algunas casas de tipo rural.

En Tamames el adobe se mezcla en los muros con el sillarejo, aunque el encalado de las casas, muy abundante, impide valorar su importancia. Se ven algunos muros recubiertos de teja, así como pequeños pasadizos. Es una población muy urbana.
El barro se hace más presente en Cabrillas y Abusejo, en forma de adobe, dominando la mayor parte de los muros, pero sin modi­ficarse por ello las formas y los elementos de las construcciones que siguen con las mismas variables. Así tenemos tejadillos sobre las puertas, algún porche, portalones sin protección superior, puertas cobijadas, anchas chimeneas, y, como en Tamames, muros recubiertos de teja.
En Berrocal de Huebra se ha visto el recubrimiento de teja en las chimeneas, junto a puertas cobijadas más amplias que cierran el frente, modernamente, con una verja dejando un espacio a modo de jardín y muros en los que se mezclan las piedras y las lajas pizarrosas formando esquinas de gran plasticidad.


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