El Reino Olvidado

Este diario es la crónica de un país olvidado, el seguimiento de su huella histórica, cultural y artística en España y en Europa.

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ex gente susarrorum

lunes, febrero 27, 2006

León ¿Qué hemos hecho para merecer ésto?

León ¿Qué hemos hecho para merecer ésto?

LAUREANO RUBIO PÉREZ

Diario de León 2/1/2006

Aunque el futuro de la tierra leonesa y de los leoneses, que por suerte aún la habitan, comenzó a torcerse hace algunas décadas cuando, tanto la nueva España de las autonomías, como la entrada en la Comunidad Económica Europea, no tuvieron en cuenta ni los derechos históricos del Reino de León, ni la singularidad y retraso de las estructuras agrarias y en conjunto económicas de la provincia leonesa, el proceso de desintegración de los sectores productivos y la total ausencia de alternativas y apoyos institucionales, pese a su cruda realidad, resultaría, a la postre, de escasa importancia, si lo comparásemos con la dinámica en la que de un tiempo a esta parte ha entrado el conjunto de la sociedad leonesa. Bien es cierto que todo está relacionado, pero, lamentaciones incluidas, buena parte de culpa de lo que le ocurre a León no sólo hay que buscarla en el propio sistema, en la actitud de los grupos dirigentes y en los responsables políticos más preocupados en figurar en las listas y asegurarse un sueldo muy superior al de su actividad profesional, caso de tenerla, sino también en la propia sociedad leonesa. La sociedad leonesa actual con su actitud, su resignación y su escasa visión de futuro y de respuesta es responsable tanto de lo que le ocurre, como del negro futuro que le espera una vez que la resignación parece ser la respuesta final y con ella la muerte.

Pero, ¿por qué esta resignación y cómo se ha llegado a ella? ¿Por qué una sociedad que durante muchos siglos de historia fue la más litigante y contestataria de toda España, la documentación de la Chancillería de Valladolid lo demuestra, hoy se ha convertido en la más individualista, en la más despreocupada por su riqueza histórica y patrimonial y en la más resignada de toda España. ¿Acaso nos olvidamos o desconocemos que las gentes del viejo reino leonés fueron las que asumieron en mayor medida el carácter colectivista en la defensa de su tierra y de sus fueros y privilegios, hasta tal punto que grandes y poderosos como el Conde de Luna, el Marqués de Astorga o los propios gobiernos liberales del siglo XIX hubieron de doblegarse en sus intenciones bastardas?. La respuesta a estos interrogantes aunque parezca difícil no lo es tanto si tenemos una mínima capacidad de observación social y de conocimientos históricos.

En efecto, muchos son los datos y realidades que definen a la sociedad leonesa como resignada y con escasa capacidad de respuesta o contestación. El desmantelamiento progresivo de sus sectores productivos tradicionales y de su riqueza, a cambio de nada o sin alternativas posibles, que comenzó hace algunas décadas tiene su máxima expresión y reflejo en hechos recientes: el carbón y la remolacha. Mientras que el sector agrario leonés, pese a lo mucho que se juega, apenas presentó batalla, a las manifestaciones de La Bañeza y a la división sindical me remito, el sector minero, como los propios afectados manifiestan hoy, a diferencia de otros tiempos, sólo está preocupado por la situación personal actual, por jubilaciones anticipadas y escasamente por mantener los puestos de trabajo para las generaciones venideras. Si a esto le unimos el fuerte proceso de envejecimiento de la población leonesa, la despoblación del medio rural e incluso de los centros cabecera de comarca y la progresiva dependencia de esta sociedad de las pensiones pagadas por papá Estado, podemos entender un poco más de un comportamiento social anómalo en una España en la que la contestación, la defensa de los derechos históricos, de los privilegios, de los recursos económicos y del patrimonio socio-cultural y de la propia identidad es algo cotidiano. Parece cada vez más claro que los pueblos que, o bien por desidia o por otras causas, desconocen su pasado histórico o conscientemente lo ignoran dándole escaso valor, están condenados al sometimiento de otros o a desaparecer como tales. Esto es lo que le ocurre a León y como tal la primera causa, a nuestro entender y a los acontecimientos me remito, de muchos de los males que aquejan a la sociedad leonesa. Por si esto fuese poco el desarraigo histórico de la sociedad leonesa, en unos momentos fundamentales en los que el resto de regiones o territorios españoles ha utilizado y está utilizando su identidad diferencial y su Historia para construir y garantizar el futuro, ha tenido recientemente algunas manifestaciones muy claras y de alguna forma es el causante de la creciente desintegración provincial a partir de guerras locales, manifestaciones interesadas y total desconocimiento por no decir ignorancia mal intencionada de la Historia de esta tierra y del viejo Reino de León que la acogió. Me refiero a esa constante aparición en los medios de comunicación de dirigentes políticos y sociales o de politiquillos interesados que desde una clara incultura y la total ignorancia histórica marean la perdiz a la hora de desunir en vez de unir lanzando propuestas como la de que El Bierzo no leonés o intentando frenar cualquier proyecto que conduzca hacia la reconstrucción política , social, cultural y mental de lo que durante muchos siglos y hasta el siglo XIX fue el Reino de León. Al respecto hay que recordarle que la repoblación de toda la tierra llana occidental hasta la Extremadura fue hecha por gentes de El Bierzo y de la montaña. Fueron los habitantes del Reino de León, bercianos y montañeses los que con sus genes y su cultura, aún presente, contribuyeron con su sangre y su trabajo a la reconquista y todo ello para que las generaciones presentes renuncien a aquel patrimonio o legado. Pues bien, en esta tesitura, el último ataque o bofetada a una realidad y a un patrimonio histórico, que de alguna forma da título a estas reflexiones, se produjo recientemente en el reportaje emitido por los informativos de Tele 5, reportaje que ha provocado múltiples quejas a través del correo electrónico y peticiones de rectificación que esperamos atienda dicha cadena si realmente es seria. Como no podía ser menos, todo comenzó en el juego de intereses políticos que tanto aquí como en Galicia tienen determinados personajes que viven de la política, por cierto muy bien, y que carecen de oficio ni beneficio. A estos a veces se unen otros voceros e incluso intelectuales que pese a conocer mucho de sociología tienen un profundo desconocimiento histórico y creen que la realidad histórica se puede alterar a capricho de determinados grupos actuales. En efecto, en aquel reportaje se habló de El Bierzo como una comarca castellana y se lanzaron una serie de falacias y mentiras tendentes a demostrar que los bercianos se reconocen gallegos y que en vez de aprender inglés prefieren aprender gallego. Pues bien, independientemente de lo que pien sen o le interese a algunos, El Bierzo, integrado en uno de los Partidos que formaban desde la Edad Media la provincia le León, no sólo es uno de los embriones del viejo reino, sino que no pocos pueblos y aldeas hoy pertenecientes a Lugo y Orense pertenecieron hasta la reforma de las provincias de Javier de Burgos, siglo XIX, a la provincia de León. Pero, todo este cúmulo de despropósitos además de beneficiar determinados intereses políticos lo que está generando es una clara desunión provincial para hacer frente al futuro y los que la promueven saben que la mejor vía es hacer olvidar y manipular el pasado y los derechos históricos de la región leonesa y de su viejo reino. Parece sorprendente, pensando en lo que hubiese ocurrido en otras regiones españolas con tal reportaje, que ningún partido político leonés, si es que tenemos alguno, o son meras sucursales, haya protestado y convocado una rueda de prensa exigiendo a Tele 5 la rectificación. Como nuestros partidos no parecen interesados en defender nuestra Historia y nuestra identidad histórica tendrem os que ser los leoneses de a pié los que sigamos en una lucha no exenta de desaliento al comprobar a una sociedad claudicante , incapaz de ver cómo y de qué forma los conducen sus dirigentes hasta el punto de renunciar al más preciado patrimonio o legado de las generaciones pasadas.